Archive for the ‘Tabemono’ Category

ブールドネージュ (Boule de Neige)

Tuesday, July 13th, 2010

スペインでクリスマスシーズンに
食べられていたアーモンド入りの菓子を
現代風にアレンジしました。

polvoron1

La sección de alimentación de los almacenes Muji Rushi alberga una variedad de dulces impresionante que, además, está en constante renovación. Y el precio de estos artí­culos es tan asequible que uno se puede permitir tener una merienda diferente cada dí­a. Uno de mis favoritos es el Baumkuchen Lemon (レモンバウム), que cuesta 158 yenes.

polvoron2

Pero últimamente se ha colado en el número uno del top de ventas de estas tiendas un dulce que tiene mucha relación con España. Se trata de una versión, adaptada a la reposterí­a moderna, del polvorón navideño, o al menos así­ lo pretende y de este modo lo anuncian en su envoltorio. A mi me recuerda más el sabor de las tortas de polvorón, además su textura está más cerca de ellas que de las citadas delicias de Pascuas. Pero por 189 yenes merece la pena probar estás “Boules de Neige” japonesas.

Por cierto… ¡¡¡SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO!!! 😀 😀 😀

Takoyaki

Saturday, September 26th, 2009

takoyaki

8 bolas de takoyaki………………………………………….380 yenes (2.88 euros)
Cono de helado de vainilla………………………………….200 yenes (1.50 euros)
Cono de helado con chocolate por encima……………….220 yenes (1.67 euros)
Granizado con helado……………………………………….200 yenes (1.50 euros)
Palomitas de maí­z (sabor a caramelo o a mantequilla)….100 yenes (0.75 euros)
Soda…………………………………………………………..120 yenes (0.92 euros)

In memory of your visit

Thursday, August 28th, 2008

Haruki Murakami vivió una parte importante de su vida en Kobe y en su obra encontramos ese ví­nculo con la zona constantemente.
Recientemente leí­ “Kafka en la orilla”, donde existe un pasaje en el que dos de los personajes de más peso en la novela hacen una parada en Kobe cuando van de camino a Shikoku. Otro ejemplo más claro lo tenemos en el personaje principal de su obra “Norwegian Wood”, Toru Watanabe, que es un joven estudiante natural de Kobe. Dicho sea de paso, desconozco aún por qué demonios lo tradujeron por “Tokio Blues”, igual pensaron que los beatlemanos somos tan estúpidos que comprarí­amos la novela creyendo que se trata de un libro sobre los Fab Four.
Otra de sus obras más conocidas, “After the Quake”, reúne cinco relatos cuyo único ví­nculo común es el terremoto de Kobe. Y podrí­amos seguir citando ejemplos.

Realmente Murakami vivió en Ashiya, una localidad de la prefectura de Hyogo que queda a unos quince minutos en tren desde el centro de Kobe, un área distinguida dentro de la zona, popular por las exuberantes mansiones existentes en la parte norte (una de ellas es la famosí­sima Yamamura House, cuyo diseño arquitectónico pertenece al mismí­simo Frank Lloyd Wright).

Existe un libro de Haruki Murakami titulado “Henkyou, kinkyou” cuya traducción vendrí­a a ser algo como “Región remota, corta distancia”. Se trata de una especie de diario personal de viajes del propio escritor, no es un libro de ficción, se trata más bien de reflexiones personales motivadas por el entorno en cada momento. Hasta donde alcanzo a saber esta obra no ha sido traducida, por lo que si estáis interesados en ella tendréis que leerla en japonés. El penúltimo de sus quince capí­tulos se llama “Kobe made aruku” (“Caminando hasta Kobe”). Ni que decir tiene que el capí­tulo llamó mi atención especialmente cuando Yito me habló de este libro.

Leer la obra completa en japonés es algo que al menos de momento queda fuera de mi alcance. No obstante intentarlo con algunas páginas puede ser ya algo más factible.

Y el porqué de que Yito me hablase de esta obra os lo cuento a continuación. Hace unas semanas, concretamente un lunes –el último del mes de julio–, fui a parar a una pizzerí­a ubicada en el norte de Motomachi, donde está la avenida Yamanote. El lugar se llama Pizza House Pinocchio, y es ya un emblema dentro de la oferta gastronómica de la ciudad. Hací­a tiempo que querí­a probar el lugar y sin más entré. Mi reloj biológico ha cambiado poquito después de venirme a vivir a Japón y eso se traduce en que normalmente llego por los pelos al “lunch time”, esa franja horaria dentro de la cual el almuerzo es más económico. Hombre, bien visto esto tiene la ventaja de que suelo encontrarme los restaurantes con poquitos clientes.
El caso es que al recibir el pedido en mi mesa la pizza vení­a con un papelito triangular como veis en la siguiente imagen:

Y aquí­ lo veis ampliado:

Me pareció muy curiosa la idea. Realmente han numerado cada una de las pizzas que han pasado por el horno de Pinocchio desde su fundación en 1962. Y la mí­a era la número 1149345.

Como me pareció gracioso guardé el papel para mostrárselo a Yito. Enseguida ella se puso a buscar en sus libros y me enseñó una página del anteriormente citado “Henkyou, kinkyou”. Resulta que el famoso escritor decidió, tiempo atrás, caminar los 15 kilómetros que hay desde Nishinomiya hasta Kobe, tomándose su tiempo y escribiendo algunas notas para su diario personal. No caminó esa distancia en un solo dí­a, pues la intención era rastrear bien la zona para conocerla mejor, decisión que me parece alentadora y que quizás imite algún dí­a.
Una vez en Kobe Murakami se dirige a la misma pizzerí­a, donde tiene el placer de degustar la pizza número 958816. Y a raí­z del curioso papelito comienza a indagar para buscarle un significado al hecho en sí­, lo que le lleva a recordar un tiempo cuando siendo más joven compartí­a la mesa con su chica, recibí­an otros papelillos con otros números y hací­an que el tiempo transcurriese mientras conversando planeaban un futuro que nunca llegó a materializarse. A través de algo tan simple como la sucesión numérica el autor medita acerca de la fugacidad del tiempo y de la inexorable fuerza del destino.

En fin, en el lugar se come bien. Tenéis un link para visitar la página del restaurante aquí­. No puedo aseguraros que la comida tenga un efecto mágico sobre el intelecto de los comensales, pero agradable sí­ que será la experiencia 😉 .

Chotto ippai…

Tuesday, July 15th, 2008

La noche comienza en Japón más o menos a la hora de mi café vespertino, allá por las seis de la tarde. Es el momento en el que comienzan a cerrar las oficinas, siempre que no toque hacer horas extras porque entonces la cosa va para largo. Para la mayor parte de la fuerza laboral nipona es también cuando empiezan a sonar las tripas. Y como si el reloj biológico del “salaryman” activase algún misterioso mecanismo la vida nocturna se abre paso en la urbe: comienzan a abrir los izakaya, las tachinomiya y un sinfí­n de restaurantes que, en grupo, ofrecen un abanico gastronómico tal que hacen de la ciudad algo equiparable a una auténtica exposición universal.
Demos un paseo por el centro para tener una muestra de ello.

No hay que dejarse engañar por el aspecto exterior de estos “garitos”, pues en Japón un negocio con la apariencia del que vemos arriba se supone que ha resistido el paso de los años, y eso nos dice que no faltan los clientes. He visto estrellarse a emprendedores que abrieron locales en los que cuidaron hasta el último detalle en cuanto a decoración, y me consta que no se olvidaron del marketing, pero cayeron. Este llamado “Daruma” es de yakitori. Su decadente imagen es sinónimo de comida sabrosa.

Y aquí­ abajo otra muestra de lo que os cuento la tenemos en este otro, llamado “Shouchan”, que sirve okonomiyaki.

Como español que es uno me cuesta hacerme a la idea de que no sólo a pie de calle hay movimiento. Pero por otra parte descubrir toda la oferta que esconden los edificios a partir de la segunda planta da cuanto menos pereza; a pesar de que cada sitio cuenta con su neón correspondiente en la fachada:

Y a continuación os dejo varias fotos de algunos de los izakaya y pequeños restaurantes de mi barrio:

Tenemos yakiniku…:

…kushikatsu…:

…sashimi…:

…teppanyaki…:

…alcohol…:

…y aquí­ de todo un poco:

¿Qué tal?, ¿apetece una copa? 😀

Old Pott’s

Sunday, June 22nd, 2008

Estamos en plena temporada de lluvias, con todo lo que eso supone: calor húmedo, cielos grises, horas en vela por la noche a causa del cambio de temperatura (la Eurocopa también tiene su parte de responsabilidad, no voy a negarlo…), etc. Pero esta lluvia es bendita, los arrozales dependen de ella. Así­ que por muy pesado que nos resulte este momento del año hay que aplicarse eso de “al mal tiempo buena cara”. Sí­ os recomendarí­a a los que tengáis pensados visitar Japón que no lo hagáis durante el tsuyu. Yo esta mañana me desperté incluso con dolor de cabeza…

En estos dí­as siempre tiene uno la opción de caminar por las zonas cubiertas de la ciudad, que no son pocas, aunque en ellas la sensación de humedad puede ser aún mayor que en el exterior.

En Kobe puede uno atravesar todo el centro andando bajo el ferrocarril, en el koukashita del que he hablado en varias ocasiones. Existen allí­ algunas cafeterí­as interesantes como la que os quiero presentar hoy, Old Pott’s, quizás el mejor sitio de la urbe para comer gofres como el que veis en las siguientes fotos:

Este primero es un キャラメルナッツ” (Caramel nuts):

Y este con helado y nata es un “ロッキーロード” (Rocky road):
El precio de cada uno está alrededor de los 600 yenes.

Itadakimasu!!!!

Ajisai

Monday, June 16th, 2008

“Ajisai” (紫陽花 o アジサイ) significa “hortensia”. Este arbusto de origen japonés, cuya floración precede a la temporada de lluvias y se extiende durante varias semanas, abunda por doquiera que nos movamos en esta isla.
Como ocurre con toda flor tí­pica aquí­ los japoneses admiran su florescencia, llegando a ser otro sí­mbolo artí­stico más, que alude a esta época del año, de igual modo que el “sakura” y el “ume” aluden a la primavera.
En la siguiente imagen podéis ver algunas “ajisai” que fotografié el pasado viernes en Kobe:

Pero estos sí­mbolos trascienden al arte, no son exclusivos de él. Por ejemplo podemos ver referencias a ellos en la gastronomí­a propia de cada estación. Y especialmente en la reposterí­a. Como ejemplo os muestro un dulce conocido en Japón como “konpeitou”, que toma su nombre del portugués “confeito”, que significa “dulce de caramelo”. Su origen en Japón se remonta al año 1569, cuando el misionero portugués Luí­s Froí­s entregó como presente una caja de este dulce a Oda Nobunaga con el objeto de conseguir el permiso para transmitir el cristianismo en estas tierras.

Aquí­ veis una caja de “konpeitou” con los colores del “ajisai”:

Realmente los tonos del caramelo nos evocan la flor de la hortensia:

El dulce es bien simple, sus ingredientes son azúcar y colorante. Por cierto, este en concreto que os enseño es un regalito de Kanagawa que recibí­ la semana pasada:

“Ajisaidayori”, que podrí­amos traducir como “noticias del ajisai”:

No country for tall men

Thursday, June 12th, 2008

Siendo franco uno no es precisamente alto lo que se dice alto. Españolito corriente de media estatura. Y la verdad es que no ser un Pau Gasol es algo que facilita mucho las cosas a la hora de vivir en Japón. Como muestra un botón, fijaos en el izakaya que descubrimos el domingo pasado en Kobe, a eso llamo yo un “óptimo aprovechamiento espacial”:

Por cierto, el lugar se llama Munakata y su especialidad es el Umeshu, tienen varias decenas de cocktails a base de licor de ciruela, y algunas comidas también contienen dicha fruta. Un lugar interesante si no padecéis de claustrofobia y si lleváis bien eso de sentaros al estilo japonés 😉 .

Motomachi Cake

Friday, March 21st, 2008

Tomé el nombre de una pastelerí­a del barrio para mi blog. Recuerdo que estaba abriendo la cuenta en aquel sitio llamado bitacoras.com (del que muchos tuvimos que salir algún tiempo después porque el servidor fallaba más que los augurios de la bruja Lola) y tení­a todos los campos requeridos rellenos excepto el del tí­tulo del blog. Entonces me puse a pensar en cosas cercanas que supuestamente guardaran algún ví­nculo con lo que en lo sucesivo fuera a aparecer en mi página. Y dicen que no hay nada más evocador que un aroma, de modo que pensé en los que asocio a este rincón de Kobe. Así­ llegué a una pequeña lista de tres opciones concretas: el café, el té houji y el bizcocho de Motomachi Cake.

El primero de ellos me pareció demasiado común dentro de la ciudad. Hay buení­simos cafés en Kobe. Obviamente no hablo de ninguna de las cadenas modernas de cafeterí­as sino de las clásicas kissaten que hay repartidas por doquier, por tanto no me pareció un elemento distintivo.
El segundo es uno de los olores que siempre recuerdo como de los primeros que pude retener el dí­a que llegaba a Japón por primera vez. Tiene para mi un significado especial y guarda toda esa confusión que experimenta el recién llegado, la excitación ante lo mucho que le queda por conocer.

De manera que solo me quedaba una opción. Si abro por la mañana la ventana de la terraza entra por ella el aroma de la harina, los huevos y el azúcar recién horneados que viene de Motomachi Cake. El nombre me pareció perfecto y me sigue pareciendo muy adecuado.

Hoy pasé por la tienda a comprar unos pasteles y estando allí­ pensé que le debí­a una pequeña dosis de veneración. Después, en casa tomamos un cafelito y aproveché para sacar una foto del “pastelito de Motomachi”. Este en concreto es el más popular de la pastelerí­a:

Se llama “zakuro” (ざくろ), que significa “granada” en español, pero curiosamente sus ingredientes no tienen ninguna relación con el fruto del granado. Quizás debe su nombre a su apariencia. Sea como fuere la cosa es que es una delicia que tan solo cuesta 250 yenes. Se trata de una de las joyas de la reposterí­a local, cualquiera que presuma de conocer la ciudad habrá oí­do hablar alguna que otra vez sobre Motomachi Cake.

Lo cierto es que desde hace unos dí­as están de reformas, pero mantienen el negocio mientras tanto en una pequeña tienda anexa, además de la que existe en los almacenes Daimaru.
Si sois golosos, como nosotros, y pasáis por Kobe no dejéis de visitar Motomachi Cake.
Igual hasta coincidimos por allí­ 😀 .

Victorias con buen sabor

Tuesday, March 4th, 2008

En japonés podemos expresar la idea de “ganar” de diversos modos. Existe la expresión idiomática “手にする” (“te ni suru”), que podemos traducir por “conseguir”, “hacerse con”, pero hoy quiero referirme al verbo “勝つ” (“katsu”), que traduciremos por “llevarse la victoria”, “ganar”, “triunfar”, “vencer”.
Entre los platos tí­picos japoneses que tengo el gusto de llevarme al estómago de vez en cuando está el “かつ丼” (“katsudon”). Se trata de un filete de carne de cerdo empanada dispuesto sobre un bol de arroz y sobre el que normalmente se pone un huevo semicrudo. La carne suele ir acompañada de algún tipo de salsa como la del “tonkatsu”. Es una comida que podemos encontrar fácilmente y a un precio bastante asequible.
Voy a ser generoso y voy a compartir con ustedes uno de los secretos de la oferta gastronómica de Kobe, el restaurante “吉兵衛” (“Yoshibei”), que encontraremos en los bajos de la galerí­a de Sannomiya. La única pega que le encuentro al lugar es que hay que comer en la barra y tiene sus horas punta. Es curioso pasar por allí­ a la hora del almuerzo y ver la enorme cola que se forma. Yo suelo ir fuera de ese horario (me temo que mi reloj biológico no conoce el sistema dual y es “made in Spain”) de modo que me evito el tener que esperar y puedo comer con algo más de tranquilidad. Es un placer ver al “sensei” y a su hijo preparando la comida.

Ocurre que los estudiantes y deportistas suelen ser muy aficionados a este plato, puesto que su nombre contiene el “katsu” y de ahí­ la superstición. Antes de un examen o de un partido importante nada mejor que un buen “katsudon”.

Recientemente existe una nueva versión de esta superstición que viene a favorecer a la empresa “Nestle”, que dicho sea de paso tiene una de las principales oficinas aquí­ en Kobe. Hablamos de su producto “Kit Kat”, conocido globalmente. Aquí­ su nombre se asocia a una contracción de la expresión “きっと勝つ” (“kitto katsu”), que podrí­amos traducir por “ganar con toda seguridad”.

Sanwa, fruits shop

Thursday, February 28th, 2008

Es una de las joyas del shotengai de Motomachi: la fruterí­a Sanwa. Se dice que comprar fruta en Japón puede hacer que nuestros bolsillos se resientan bastante, pero si uno busca bien siempre encontrará precios razonables. Nos llegará a sorprender lo baratos que pueden llegar a costar los plátanos o la piña, por ejemplo.

Si os dejáis caer por la galerí­a de nuestro barrio os aconsejo probar uno de los batidos de esta tienda. En la imagen podéis ver algunos de ellos.
De izquierda a derecha tenemos nama-mix (que es una especie de macedonia), nama-ichigo (batido de fresa), nama-papaiya (de papaya obviamente), nama-meron (de melón) y nama-mango. Los precios oscilan entre 200 y 300 yenes.