Archive for April, 2009

Sant Jordi

Thursday, April 23rd, 2009

El tipo de eventos que una determinada ciudad promueve suele ser un fiel indicador de su nivel cultural. Siempre me llamó la atención la elegancia de la Feria del Libro de Sant Jordi en Barcelona. Regalar ese libro que hemos buscado pensando exclusivamente en su receptor supone una de las declaraciones de amistad más sinceras y auténticas que conozco. De hecho no es casual, coincide en Cataluña dicho evento con la celebración del dí­a de los enamorados, tradición que tiene sus orí­genes allá por el siglo XV.

rosas

Es para mi un orgullo poder anunciar que “Soñar con Japón” estará mañana allí­, concretamente en el stand de la librerí­a Alibri, que es además una de las más prestigiosas de la ciudad. Lo encontraréis en la Rambla de Catalunya, a la altura de la Gran Ví­a de les Corts Catalanes. Igualmente el libro estará en la tienda, cuya ubicación está en la calle Balmes, 26.

alibri

Por cierto, mis felicitaciones a todos los Jordis (me acuerdo ahora mismo de dos a los que conocí­ precisamente aquí­ en Kobe y a los que tengo especial cariño) y Jorges.

Suwayama

Sunday, April 19th, 2009

chimos

Caminando desde Kenchoumae (en Motomachi) hacia el norte nos encontraremos, a pocos minutos, con el acceso al santuario da Suwa. La cuesta que conduce al lugar puede poner a prueba los gemelos del más osado excursionista, pues si bien su longitud no es cosa del otro jueves sí­ lo es su pendiente. Afortunadamente existe un camino alternativo que se sirve de una serie de rampas de menor prominencia. Son las que usan los crí­os que van a jugar al Parque de Suwayama, sitio de recreo al que pertenecen los coloridos neumáticos de la imagen que encabeza esta entrada.

midori2

Una vez allí­, y a pesar de la cercaní­a de la urbe, uno siente que está en plena naturaleza. Y por si a algún despistado le cupiera alguna duda de ello carteles como el que vemos en la siguiente imagen nos sirven de recordatorio:

inoshishi

“Inoshishi wa yasei doubutsu desu”, que viene a significar que los jabalí­es son animales que crecen en estado salvaje. Y sí­, estos animales pululan por estos lares. Cuando uno se topa con ellos es importante no ofrecerles alimento ya que pueden llegar a mostrarse algo agresivos e incluso llegan a morder.

Avisados pues continuamos por nuestra senda, buscando Suwa Jinja. Un torii rojo y negro nos confirma que el itinerario andado converge con aquella terrible cuesta de la que hablábamos. Es el mismo pórtico que antes se divisaba desde allá abajo.

torii

Sobre él una variedad menos frecuente de cerezo aún muestra sus flores.

sakura

El dí­a está nublado y conforme ascendemos se nota menos la primavera, pero el reloj biológico de las plantas nos señala con claridad la estación.

jinja

Aunque incluso algo tan perfecto tiene a veces sus ambigíŒedades, como podemos apreciar en las hojas del arce de la imagen.

momiji

La lluvia de pétalos del sakura en los dí­as anteriores ha cubierto el suelo parcialmente. El resultado deja a la vista un bello contraste de colores.

bench

Alguna que otra flor aún se aferra a los brotes que surgen de un viejo tronco poblado de lí­quenes.

sakura2

Hay que subir más. Salimos del recinto de Suwa Jinja.

tejado

Ante nuestros ojos se abre el bosque, de un verdor más claro que nunca puesto que es momento de la aparición de las nuevas hojas. ¿Será ese hueco madriguera de jabalí­es?

midori

Desde lejos se divisan entre esa inmensa masa verde pequeños puntos azules. Me acerco para ver de qué tipo de florecillas se trata.

aoi

En este punto del camino se levanta ante nosotros una estructura metálica en forma de ocho. Es el famoso Venus Bridge.

venus1

Hemos de pasar a través de él para acceder a uno de los más impresionantes miradores de la ciudad de Kobe.

venus2

En la explanada que hay en la cima hay ubicado un armazón de hierro del que penden decenas de objetos brillantes.

hanabira

Son candados con mensajes de amor escritos sobre el metal. Venus Bridge es el rincón donde las parejas vienen a sellar su amor. Recuerda bastante a las tablitas ema que abundan en los santuarios sintoí­stas.

kagi

Miro al suelo para descubrir la llave que alguna pareja dejó abandonada allí­.

llave

Lo cierto es que hoy no ha venido nadie a colocar uno de esos candados, no hay un alma en la zona. Me dedico a mirar desde Suwayama la ciudad a la que ya ha sido escenario de mi vida por cinco años. Desde la primera vez que pude disfrutar de una panorámica de Kobe siempre me ha sorprendido la quietud que muestra una urbe japonesa desde la altura.

kobe1

Podrí­amos incluso apostar a que en ningún momento alguien se asomará a una de las miles de terrazas que tenemos ante nosotros, “this town, is coming like a ghost town…

kobe2

Fotos de 2008

Tuesday, April 14th, 2009

Andaba mirando fotografí­as que tomé el año pasado y decidí­ sacar algunas para el blog. Lo hice prácticamente de un modo aleatorio, así­ que no muestro aquí­ una temática concreta sino una serie de once instantáneas que de alguna manera me agradaron.
Ahí­ quedan, espero que igualmente sean de vuestro gusto.

VI

smile

shinsekai

taxi

kage

denden

jitensha

saori

okonomiyaki

mobileart

kakkoee

Jukebox

Thursday, April 9th, 2009

Existe una zona en Kobe, en el norte de la ciudad, que llama la atención por dos caracterí­sticas en concreto: por un lado es asombrosamente tranquila, pese a tener el centro de la ciudad a tiro de piedra, por otra parte alberga una considerable concentración de esos peculiares hotelitos del amor que tan integrados parecen estar en la arquitectura urbana japonesa.

jukebox1

Recuerdo que mi guitarrero amigo Tomo viví­a por allí­ antes de marcharse a Tokio y alguna que otra vez pasé por su barrio a buscarlo cuando tení­amos alguna “tocata” en Sannomiya. Tengo en mi memoria una vaga remembranza del mapa del lugar, plano que quizás podrí­a poner en pie apoyándome en pequeños detalles que andan algo dispersos en mi mente.
El domingo pasé por Shin Kobe —así­ se llama el barrio en cuestión— de camino a Ikutagawa en busca de cerezos en flor, que dicho sea de paso resultaron estar aún lejos de su plena floración. En mi improvisado itinerario fui a dar de bruces con un Love Hotel de lo más singular y que sin duda es una de las piezas de ese pequeño puzzle topográfico que tengo en mi cabeza. “Jukebox” se llama, y en cada una de sus plantas se asoma la figura de algún malogrado artista. Entre los que puedo distinguir están Elvis Presley, James Dean y Marilyn Monroe.

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A tí­tulo de curiosidad en esta última imagen se muestran algunos de los servicios que el hotel ofrece a sus clientes. Me quedo con el secador de pelo con ionizador, el washlet, la Playstation 2 y el microondas…

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Teisan

Thursday, April 2nd, 2009

En la última entrada hablaba sobre el O-dokuro, el ingente yokai con forma de esqueleto que se levantara en Fukuhara, formado de calaveras humanas. Esa figura, como veí­amos, aparece con cierta frecuencia en los grabados ukiyoe. Precisamente uno de ellos inspiró a mi amigo Tei a la hora de esculpir la pequeña tablilla que os muestro a continuación:

dokuro

Tei es mi compañero en las clases de guitarra del Yamaha Center, aquí­ en Kobe. Desde hace algún tiempo él asiste a un taller de construcción de guitarras donde aprende el hermoso oficio del luthier. Ya he tenido la oportunidad de comprobar la habilidad de las manos de Tei, sin ir más lejos la guitarra eléctrica con la que acude a nuestras clases es una de sus obras.
Su última creación, de la que hoy os quiero hablar, ha salido precisamente de aquella tablilla que en su momento tallara. Nos la presentó el pasado domingo cuando estuvimos en el “happyoukai” del Yamaha Center. El resultado podéis comprobarlo vosotros mismos:

teisan

Aquí­ vemos en detalle el cuerpo de la guitarra:

guitar1

El mástil con incrustaciones, todas creadas por Tei:

trastes

El clavijero, con la “T” nacarada con la que su autor firma sus obras:

clavijerotei

Y un detalle del clavijero con una miniatura del O-dokuro:

clavijero

Un artista este hombre, ¿no os lo parece?

Los Yokai de Fukuhara

Wednesday, April 1st, 2009

El O-dokuro es uno de los personajes de la mitologí­a japonesa, uno más de los abundantes yokai que pueblan el mundo nipón de lo fantástico.

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Mitsukuni (Otaketaro) defying the skeleton-spectre, Ichiyusai KUNIYOSHI (1797-1861)

Cuenta el Heike Monogatari que a mediados del siglo XII existí­a un cruel shogun llamado Taira-no-Kiyomori en la ciudad de Fukuhara, que en la actualidad conocemos por el nombre de Kobe. Una mañana al despertar encontró su jardí­n lleno de calaveras humanas. Cuando llamó a sus criados, las calaveras comenzaron a ensamblarse formando un enorme esqueleto que alcanzaba los 150 pies de altura (aproximadamente unos 45 metros). Se dice que a pesar de que el brillo proveniente de los innumerables huecos de los ojos seguí­a el más mí­nimo movimiento del general, éste permaneció en su sitio devolviéndole la mirada, lo que hizo que el gran esqueleto se desvaneciera sin dejar una señal.

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Taira no Kiyomori haunted by visions, Ichiryusai HIROSHIGE (1797-1858)

En la actualidad la zona de Fukuhara dista mucho del esplendor que tuvo en otras épocas.
Recuerdo que durante mi primer año en Japón frecuentaba mucho un videoclub del centro de la ciudad, aunque por aquel tiempo yo viví­a cerca de la estación de Kobe, quedando la zona más céntrica un poco hacia el este, en el área que conforman los barrios de Sannomiya y Motomachi. Un dí­a uno de los chicos de la tienda (Tsutaya, para ser concretos) me sugirió que visitara el establecimiento que la cadena tiene en el barrio de Fukuhara, pues quedaba más cerca de mi apartamento. Me dibujó un pequeño mapa y esa misma noche me dirigí­ hacia allí­. El especial horario de aquel videoclub me sorprendió, puesto que abrí­a hasta las cuatro de la madrugada, mientras que en el centro cerraban a medianoche. Ese detalle me sugirió que el barrio tení­a una vida nocturna más activa. Como vi por allí­ algo de movimiento me aventuré a explorar ligeramente la zona.

Mi sorpresa fue mayúscula al descubrir que Fukuhara albergaba el distrito del placer de Kobe: decenas de clubes con fotografí­as de chicas en la fachada, porteros con aspecto de matón de pelí­cula ochentera japonesa, conductores de sospechosa apariencia juvenil que paraban una furgoneta frente a uno de aquellos garitos mientras les mostraban un catálogo con la “mercancí­a” disponible en el interior, abuelas que me llamaban a todo varón que por allí­ pasaba (incluido un servidor) para que entrara en sus locales… No cabí­a la más mí­nima duda.

fukuhara

Lejos de sorprenderme por el hecho de que en el aparentemente tranquilo Japón hubiera un rincón tal, pues estos sitios han existido en todas partes desde que el mundo es mundo, me llamó la atención la visible seguridad que a pesar de todo parecí­a imperar.

Algún tiempo después, cuando andaba buscando piso para mudarme descubrí­ que los precios bajaban sustancialmente a medida que uno se acercaba a Fukuhara.

Según dicen muchos de los habitantes de Kobe en dicho barrio se pueden encontrar algunos de los restaurantes más auténticos de la ciudad, por ejemplo para comer fugu, claro que si tuviera que aconsejar al visitante que pisa Kobe por primera vez se me ocurren numerosos destinos a los que darí­a preferencia.