Archive for the ‘Música’ Category

It was thirty years ago today…

Wednesday, December 8th, 2010

Pues eso, diez años más de los que hací­a que el Sargento Peppers habí­a enseñado a su banda a tocar, treinta años sin Lennon.
Setenta habrí­a cumplido en octubre.

He elegido para esta breve entrada esta acuarela que el mismo Lennon realizó durante una estancia en la localidad japonesa de Karuizawa en 1977:

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John Lennon Museum

Monday, May 10th, 2010

Cuando decidimos pasar la pasada Golden Week en Tokyo pensé que serí­a interesante visitar alguno de los museos de la capital. Fue toda una sorpresa descubrir que la vecina prefectura de Saitama albergaba nada más y nada menos que uno dedicado a John Lennon. Desde entonces nuestra agenda vacacional ya tení­a un hueco menos por llenar.

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El John Lennon Museum abrió al público el 9 de octubre de 2000, en el 60 aniversario del nacimiento del artista. Con la aprobación de Yoko Ono, se convirtí­a en el primer museo de su tipo en el mundo. Fue concebido con el propósito de transmitir la vida y la obra del cantante al siglo XXI del modo más correcto posible.

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En un principio el acuerdo entre la Taisei Corporation (la empresa que gestiona el museo) y Yoko Ono (propietaria de la colección que en él se exhibe) establecí­a un periodo de cinco años de existencia para el museo. Sin embargo una revisión de dicho convenio lo prorrogó a diez años. Quiere decir esto que el museo cerrará sus puertas el próximo 30 de septiembre.

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Su ubicación dentro del Saitama Super Arena (uno de los estadios multiusos más grandes del paí­s) le añaden a la experiencia un grado más de interés, si cabe. Para llegar a él tenemos que acceder a la lí­nea JR Keihin Tohoku para apearnos en la estación Saitama Shintoshin. Hay múltiples maneras llegar a dicha lí­nea pero lo más rápido es hacerlo desde la estación de JR Ueno, en la bien conocida Yamanote. Para más información no dejéis de visitar la web del museo.

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Entre las piezas que pueden ser admiradas se encuentran algunas de las guitarras que Lennon usó, ropas que son ahora iconos (por ejemplo la famosa camiseta de New York City o la camisa militar del concierto en la misma ciudad), sus famosas gafas, etc.
De todos esos artí­culos me llamó especialmente la atención un cuadernito que acompañó al Beatle en un viaje por La India. En él escribió un total de quince canciones que verí­an posteriormente la luz al publicarse los álbumes Abbey Road y The White Album. Una de aquellas canciones es la que John Lennon dedicaba a su madre, Julia.

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Obviamente pasar por aquella galerí­a llena de trocitos de la vida de una de las personas más influyentes del siglo XX no puede dejar indiferente a nadie. La visita resultó para mi bastante emocionante.En el video que dejo a continuación va mi pequeño y humilde homenaje al artista que ha puesto y sigue poniéndole banda sonora a mi vida. Vaya pues, con el debido respeto…

Video killed the radio star

Thursday, April 29th, 2010

Que internet como medio de expresión posee un valor incalculable no es ninguna novedad. Sin embargo su constante avance nos muestra como ahora, más que nunca, sus posibilidades como ví­a para el desarrollo artí­stico van cobrando protagonismo. El paso siguiente a su expansión ha de ser su perfeccionamiento, y es algo que ya no queda solo al alcance de los desarrolladores profesionales, aquí­ el juego está abierto a toda la comunidad de internautas. La versartilidad del nuevo software es algo con lo que muchos soñamos años atrás. Y el hardware necesario para que dichas herramientas puedan ser explotadas con suficiencia nos llega ahora con precios más que razonables.

El autodidacta jamás ha dispuesto de mayor número de recursos. Desde este punto de vista la democratización del conocimiento va por buen camino. Otra cosa es que la calidad de dichos recursos habrá de ser filtrada para beneficio de todos, algo que se presenta más complicado y que de momento está en manos de los algoritmos de los grandes buscadores.

Permitidme ahora que os muestre un par de ejemplos que ilustran a la perfección esto que os comento. El primero de ellos es Seiji, un chico al que hace algún tiempo tuve como compañero de aula en el Yamaha Center de Kobe, un apasionado de las bandas mí­ticas del rock, especialmente de The Rolling Stones. Con frecuencia me paso por su espacio en Youtube porque lo cierto es que no tiene desperdicio. Uno de sus últimos videos es una versión del tema “Little Green Bag”, de George Baker. En fin, mejor lo veis vosotros mismos…

El segundo caso que os quiero presentar es el de un viejo amigo al que hace ya algunos años que no veo. Gracias a internet sé que sigue cultivando sus habilidades musicales. Además ahora pone su saber a disposición de todo el que esté interesado por medio de una serie de videos tutoriales para piano. Se trata de un beatlemaní­aco nato, en parte responsable de que yo me contagiara de ese bendito furor. Su nombre es Santiago Jiménez. ¡Magistral lo tuyo, Santi!

Tei´s axe

Thursday, January 28th, 2010

En abril de 2009 os presentaba por aquí­ a mi amigo Tei. En aquella ocasión lo hací­a con motivo del estreno de una originalí­sima guitarra que él mismo habí­a diseñado y se habí­a construido. Todo un genio este Tei.

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Hace pocos dí­as tuve el placer de ver su última obra, la hermosa guitarra de jazz que veis en las fotos.

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Si grande es la sensación que una persona puede llegar a alcanzar al tocar un instrumento musical, no alcanzo en mi imaginación a hacerme una idea de lo que se podrá sentir si además dicho instrumento ha sido creado por las mismas manos que arrancan de él las notas.

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Tom & Jerry

Monday, July 20th, 2009

Hace justo una semana se veí­a cumplido uno de mis sueños. Uno tiene alguno que otro, pero concretamente este era de los últimos que podí­a esperar ver realizados. Y es que hay ciertos factores que hací­an que la cosa tomara matices de proeza. Por ejemplo y sin ir más lejos el tiempo. Lo decí­a aquella canción que llevaba como tí­tulo “Hazy Shade of Winter”: “Time, time, time, see what´s become of me”. Pero está claro que no todas las generaciones son iguales, y la que dio artistas como Simon & Garfunkel fue bendecida, además de con el don de la genialidad, con un modo especial de envejecer. Uno no deja de maravillarse al comprobar como por ahí­ siguen dando guerra dinosaurios de la música como Bob Dylan, Mick Jagger o Eric Clapton, entre otros y por citar a algunos de los más universales.

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La cita era en el Osaka Dome (ahora Kyocera Dome Osaka) una vez más, ese enorme platillo volante posado a orillas del rí­o Shirinashi (尻無川) que se ha convertido en la casa de los Orix Buffaloes, impresionante escenario para eventos de envergadura como este.

La rumorologí­a de internet advertí­a de la posibilidad de que el concierto se viera reducido a los cincuenta minutos de recientes actuaciones del dúo sexagenario. Nada más lejos de la realidad pues allí­ estuvieron durante dos horas y cuarto, tiempo en el que no hubo una sola pausa. Los artistas encontraron su descanso alternándose en algunos momentos de la actuación, ocasiones que quien permanecí­a en la tarima aprovechaba para interpretar temas de su carrera en solitario.

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La banda, espectacular. Músicos de la talla de Mark Stewart o Andy Snitzer. El primero de ellos es una de esas personas con esa envidiable facultad que les permite tocar cualquier instrumento que pase por sus manos. Incluso construye sus propios instrumentos. El segundo es ni más ni menos que el saxofonista en los directos de los Rolling Stones o de Sting.

El primer tema que sonó fue “Old Friends”. Realmente emocionante. De viejos amigos me acordé precisamente yo, de algunos junto a los que descubrí­ siendo muy jovencito la música de Simon & Garfunkel. Poder asistir a este concierto me concedió la oportunidad de agradecer a estos músicos por algo impagable: ponerle en tantí­simas ocasiones banda sonora a mi vida.

Teisan

Thursday, April 2nd, 2009

En la última entrada hablaba sobre el O-dokuro, el ingente yokai con forma de esqueleto que se levantara en Fukuhara, formado de calaveras humanas. Esa figura, como veí­amos, aparece con cierta frecuencia en los grabados ukiyoe. Precisamente uno de ellos inspiró a mi amigo Tei a la hora de esculpir la pequeña tablilla que os muestro a continuación:

dokuro

Tei es mi compañero en las clases de guitarra del Yamaha Center, aquí­ en Kobe. Desde hace algún tiempo él asiste a un taller de construcción de guitarras donde aprende el hermoso oficio del luthier. Ya he tenido la oportunidad de comprobar la habilidad de las manos de Tei, sin ir más lejos la guitarra eléctrica con la que acude a nuestras clases es una de sus obras.
Su última creación, de la que hoy os quiero hablar, ha salido precisamente de aquella tablilla que en su momento tallara. Nos la presentó el pasado domingo cuando estuvimos en el “happyoukai” del Yamaha Center. El resultado podéis comprobarlo vosotros mismos:

teisan

Aquí­ vemos en detalle el cuerpo de la guitarra:

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El mástil con incrustaciones, todas creadas por Tei:

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El clavijero, con la “T” nacarada con la que su autor firma sus obras:

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Y un detalle del clavijero con una miniatura del O-dokuro:

clavijero

Un artista este hombre, ¿no os lo parece?

Soft case

Thursday, February 5th, 2009

Durante años, desde que estaba en primaria, coleccionaba discos de vinilo. Es algo que sólo dejé de hacer cuando las tiendas y el nuevo formato me obligaron a ello. Ya comenté anteriormente algo acerca de lo que significa para mi ese pequeño ritual que supone manipular uno de estos discos, como el deleite que uno experimenta pasando los dedos sobre las pilas de ellos en las tiendas de segunda mano.

La cajas de discos compactos no hacen ni por asomo sombra a las carpetas de los 33 revoluciones. Sinceramente no creo que eso tenga mucha discusión. Además, por pequeños que parezcan los CD acaban por llenar las estanterí­as, ocupando de canto más del doble del antiguo formato. Y no hay que pasar por alto que si uno vive en Japón el espacio, por mí­nimo que sea, siempre es oro.

Hay quien opta por archivadores de decenas de unidades, alternativa que nos hace ganar espacio indudablemente, pero que desecha algo tan importante como la obra musical en sí­Â­: la carpeta. Sin hablar del menosprecio estético que dicho cambio conlleva.

Hace algún tiempo Yito me habló de un programa que vio en televisión en el cual un rapero japonés, miembro de un grupo conocido como “Suchadarapaa”, mostraba su colección de CD. Este chico habí­Â­a sustituido las cajas de plástico rí­Â­gido por unas finas fundas de un material igualmente sintético pero blando y flexible, de tal modo que las carpetas quedaban totalmente visibles a la vez que ahorraba dos tercios del espacio y conseguí­Â­a un efecto decorativo singular.

A pesar de que yo no lo habí­Â­a visto con mis propios ojos la idea me pareció genial y desde entonces la tení­a en mente. El pasado domingo hicimos un pequeño rastreo por internet y dimos con algunas páginas que distribuyen en Japón este tipo de fundas.

De entre cuatro formatos diferentes disponibles en el mercado nos decidimos por uno llamado “CD Softcase”, que es suministrado en paquetes de 50 unidades y que además incluye unos envoltorios exclusivos para el disco, para evitar cualquier posible daño sobre la superficie de éste. Hicimos un pedido y en 24 horas lo tení­Â­amos en casa.

Tras estas lí­Â­neas os muestro los resultados (esas dos pequeñas cajas contienen 50 discos) y más abajo tenéis un video en el que “cambio de casa” uno de mis discos.


Using a CD Soft Case from Javi on Vimeo.

Por cierto, la música del video es “I´ll see you in my dreams”, por Biréli Lagríšne, Samson Schmitt y Dorado Schmitt.

And though the news was rather sad…

Tuesday, December 9th, 2008

Hace hoy 28 años que del revólver de un malaje innombrable salí­an seis balas del calibre 38, de las cuales cuatro impactaron en su cuerpo y acabaron con su vida (un inepto total el homicida incluso a la hora de perpetrar el asesinato).

A sus 40 años se apagaba el genio y comenzaba una nueva leyenda. Maldita la hora y maldita la falta que hací­a que su “canonización” fuera anticipada.

Hoy, un nuevo 8 de diciembre, como todos los años muchos le muestran sus respetos. En Tokyo se ha hecho con un multitudinario concierto nombrado “Dream Power”, iniciativa de su viuda, Ono Yoko. Entre los artistas que han participado en el evento se encuentran Love Pshychedelico, Sean Lennon o la misma Ono Yoko, entre otros.

El dinero recaudado se destinará a la escolarización de niños asiáticos y africanos que viven en situaciones paupérrimas. Una buena causa y una inmejorable manera de honrar al artista.

Kobe Jazz Street

Wednesday, October 8th, 2008

El festival Kobe Jazz Street es uno de los eventos más prestigiosos dedicados a dicho género musical en todo el paí­s y aun fuera de sus fronteras. Sus inicios se remontan al año 1982, cuando algunos jazzeros de la ciudad, sugestionados por un cierto parecido –según ellos– entre algunas de las calles del distrito de Kitano (en el norte de la ciudad) y la famosa 52nd Street de Nueva York, decidieron crear un evento que reuniera a la flor y nata del jazz (aunque también tienen cabida los músicos amateur) para deleitar a los aficionados locales con actuaciones que tienen lugar simultáneamente en quince salas ubicadas en el citado distrito. Mediante la adquisición de una camiseta o un polo con el logotipo del festival podremos acceder a las diferentes sesiones.

Este año el evento tuvo lugar durante el pasado fin de semana. Por la mañana anduve ocupado pero en cuanto pude me dirigí­ hacia Kitano, pues no querí­a perderme la ocasión de pasear por sus calles y catar el ambiente que allí­ se respiraba.

Sone es uno de las principales salas de jazz del barrio.

Decidí­ subir hasta Kitano Circus, una pequeñita plaza en lo alto del barrio que ofrece unas extraordinarias vistas de la ciudad. Se trata, obviamente, de una de las zonas más visitadas de Kobe donde nunca faltan turistas. Dada la cercaní­a fí­sica del festival muchos de los jazzeros foráneos paseaban por allí­ en la tarde del sábado.
El lugar reúne algunas edificaciones de estilo europeo que conforman el “Ijinkan” (que literalmente significa “casa extranjera”) y que ocupan esta ubicación desde hace más de 100 años en algunos casos. Estas casas fueron habitadas por los inmigrantes extranjeros llegados a la ciudad portuaria con el sueño de hacer fortuna. El interés histórico del emplazamiento es por tanto indudable.
Mientras subí­a una empinada cuesta que da acceso a Kitano Circus me percaté de la presencia de algunas cámaras de televisión. Estaban filmando a un chico que empujaba un carrito de madera sobre el que habí­a una enorme tarta de bodas. Eché un vistazo pero rápidamente el porteador y su pastel desaparecieron del alcance de mi vista.

Detalle de la entrada de una vivienda colindante a la Weathercock House.

Seguí­ mi camino y llegué a la placita enclavada tras una escalinata flanqueada por pequeñas fuentes en cascada. La proximidad de la montaña, a apenas unos metros de allí­, deja que la pureza del aire sea fácilmente perceptible en contraste con la parte baja de la ciudad. También parece como si la contaminación acústica de la urbe fuese repelida por el verdor del monte.

La Weathercock House.

En un marco tan incomparable me hallaba cuando de repente se dejó notar un pequeño revuelo: el equipo de televisión habí­a llegado al lugar precedido del chico de la tarta. Avancé unos pasos para ver de qué se trataba y levanté mi cámara para sacar una foto del momento. Fue hacerlo y aparecer un “mozalbete” con el ánimo aparentemente turbado, haciendo una equis con los brazos mientras se dirigí­a hací­a donde yo estaba, vociferando: “shashin dame desu!”. Tomé la foto que veis abajo y me di la vuelta dando por perdido el más mí­nimo interés, pero cavilando acerca de la prepotencia de estos muchachotes de la tele, pues no es la primera vez que presencio este tipo de escenas. Ya el año pasado, mientras regresaba un viernes por la noche a casa desde el trabajo, me crucé con el mismí­simo Katori Shingo vestido de Son Goku… Al parecer estaban grabando un programa para promocionar una nueva pelí­cula a la par que hací­a lo propio el restaurante chino donde el cantante de SMAP, acompañado de todo el elenco de miembros del equipo, entró. A pesar de que no habí­a precisamente una muchedumbre congregada algunas chicas sacaron sus móviles para tratar de llevarse alguna prueba digital de lo que allí­ acontecí­a, con el fin de ser objetos de la envidia de sus amigas al dí­a siguiente. Pero al igual que el pasado sábado en Kitano no tardó en aparecer un “chaveas” en la misma disposición que el retratado, quien no satisfecho con el veto oral se dedicó a tapar con una carpeta los objetivos de las cámaras de los móviles que iba encontrando a su paso.

Siempre he pensado que a la hora de sacar una foto donde aparecen personas hay que andarse con pies de plomo, pero no creo que sea equiparable la cosa si uno se encuentra al mismí­simo rey mono caminando por su barrio o si se está en un lugar de interés turí­stico especial. Exceso de celo creo que lo llaman.

Por la expresión de su cara se podrí­a decir que me está perdonando la vida.😀

Cuando mostré la foto tomada a Yito me aclaró que se trataba de dos de los integrantes de la banda Tokio, uno de tantos del grupo Johnny´s (empresa de la que salen muchachitos de estos como churros y todos se hacen famosos casi por decreto ley). “Hay que joderse”, me dije, con los dueños de la calle hemos topado. No hay mejor momento y lugar para grabar el programita de marras que en Kitano el dí­a del Kobe Jazz Street, donde por cierto hay músicos de verdad a punta de pala, y sin semejantes exclusivos derechos de imagen.

Este no se quejó cuando lo retraté.

You smiled at me and really eased the pain

Thursday, September 18th, 2008

La situación geográfica de Kobe y el apogeo de la actividad portuaria hicieron de esta ciudad una encrucijada de caminos que entre otras cosas favoreció la adopción de un estilo musical originario de los Estados Unidos: el jazz.
Uno, poco hecho a tales sutilezas melódicas (más por ignorancia que por otra cosa, reconozco), sentí­a una extraña mezcla de respeto y repudio por dicho estilo musical.
Realmente es fácil llegar a pensar que el jazz está reservado a individuos sumamente refinados y que por más que uno se empeñe no dejará de ser poco accesible. Craso error. Como si resultaran más alcanzables otros géneros tales como el flamenco, el folk, el blues o el bossa, sin ir más lejos.
Vivir en Kobe y alternar con sus habitantes me ha hecho cambiar de opinión. Ellos han aprendido a disfrutar del jazz, se han acercado a él sin sentir la más mí­nima aprehensión.

Uno de los músicos de jazz de bronce de Kitano Circus, en Kobe.

Frecuento un pequeño restaurante ubicado en el barrio chino que curiosamente sirve platos japoneses. A lo largo de los dos últimos años me he granjeado la simpatí­a por parte de sus dueños, un matrimonio que rondará los 60. Ambos disfrutan de su trabajo en el pequeño establecimiento de aire norteamericano (de la costa este, por supuesto) que se ha convertido en su segunda casa. Siempre que entro me reciben con sumo agrado. Creo que no puedo decir que haya restaurante en Japón donde coma mejor. A veces el sabor no lo es todo (aunque no quiera decir con esto que el tonkatsu de So-Hei no sea digno de aparecer en cualquier guí­a de viajes que se precie de veraz). La compañí­a se transforma allí­ en camaraderí­a. Los clientes conversan con uno como si le conocieran de toda la vida, desde el primer dí­a. Quizás sea el único sitio donde la primera pregunta dirigida a mi no suele ser “どちらの方ですか?” (“¿de dónde es usted?”) sino algo totalmente diferente, quizás relacionado con la noticia que aparece en ese momento en el pequeño televisor del local o sobre el resultado del partido de los Tigers el dí­a anterior.

El “sensei” disfruta enseñándome la música de los artistas que admira tanto como yo escuchándolos. A veces saca algunos CD y, tras oí­r algunas pistas, directamente me invita a llevármelos a casa para degustarlos con la tranquilidad de la que son meritorios.
Así­ conocí­ a George Benson. Por supuesto sabí­a de su existencia pero poco más. Recordaba que su nombre figuró en uno de los portentosos carteles de aquel festival, antesala de la Exposición Universal de Sevilla en 1992, “Leyendas de la Guitarra”. En concreto aquel dí­a compartieron escenario George Benson, Larry Coryell, el bajista Stanley Clarke y Paco de Lucí­a, entre otros… casi nada. Eso fue en 1991, yo apenas tení­a 16 años por aquel entonces, poca edad y menos dinero. He podido disfrutar de ese concierto muchos años después, ya estando en Japón y gracias a las nuevas tecnologí­as.
El caso es que desde que escuché aquella versión del “Sunny” de Bobby Hebb saliendo de la Guild de George Benson quedé totalmente seducido. Por cierto, su autor compuso esa canción como resultado de la tremenda depresión que supuso para él la muerte, como resultado de una pelea con navajas, de su hermano mayor, Harold, el dí­a 23 de noviembre de 1963, justo un dí­a después del asesinato de John F. Kennedy. El tí­tulo de la canción sugiere precisamente optimismo ante la adversidad.

Fotografí­a de un jovencí­simo George Benson tomada por Francis Wolff.

El domingo pasé por una de las tiendas de discos de segunda mano de Sannomiya. Me encontré con un CD de George Benson en cuya cubierta se ve al músico cargando con su guitarra mientras cruza una calle de Nueva York. El tí­tulo es “The Other Side of Abbey Road”. Obviamente se trata de un álbum de versiones sobre algunos de los temas del disco de The Beatles, pero en tono de jazz.

En el mundo de la música hay un dicho referente a eso de hacer versiones: “hazlo mejor o diferente, de lo contrario no merecerá la pena el esfuerzo”. Estoy de acuerdo (salvando honrosas excepciones). De poco me sirve tener discos con “canciones de karaoke” sobre las que se escuchan voces de celebridades que, por muy afinadas que suenen, no vienen a aportar nada nuevo. Para ello siempre será mejor recurrir al original. Otra cosa es que haya grupos que versionen en directo. Especialmente hablo de bandas noveles que necesitan hacerlo principalmente por dos razones: una para atraer al respetable o darle tregua con temas conocidos que siempre lo animan, y otra para practicar y nutrirse de una rica base musical sin la que es poco probable desarrollar cualquier talento (una aseveración empí­rica que imagino que dada la ingente cantidad de ejemplos que podrí­amos sugerir darí­a poco pie a la controversia). Esto es verdaderamente importante y el hecho de que una sociedad creada para velar por los derechos del autor en España vaya por ahí­ cobrándoles el 10% a estos nuevos músicos por algo tan indispensable para ellos (y por extensión para la “industria” que dicen proteger estos señores) resulta paradójico.

El álbum fue grabado en cuatro sesiones: los dí­as 22 y 23 de octubre y 4 y 5 de noviembre de 1969, cuando ni tan siquiera habí­a transcurrido un mes de la aparición del disco de The Beatles.

Figuras de los Fab Fours en una tienda de ropa militar (¿?) de Motomachi.

Aunque cabe apuntar un ilustre precedente en esto de las versiones precoces de canciones de los Fab Four: en la apertura de la actuación que otro gran guitarrista ofreció en el Saville Theatre de Londres el 4 de junio de 1967, apenas tres dí­as después de que el álbum “Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band” viese la luz, el tema que da nombre a dicho trabajo fue versioneado por “The Jimi Hendrix Experience” ante la mirada atónita de los asistentes, entre los que figuraban Paul McCartney, Ringo Starr, George Harrison y su amigo Eric Clapton.

Cartel de la famosa actuación de “The Jimi Hendrix Experience” en el Saville Theatre.

Impresionante el álbum en su totalidad. Pero si he de quedarme con una parte serí­a con la segunda pista de “The Other Side of Abbey Road”, que comienza con un “Because” tocado con una sesión de vientos cuyos oboe y euphonium llegan a erizarle a uno la piel. De repente el tema cesa y su funde con una versión de “Come Together” auténticamente funk, con unos riff de guitarra justos y limpios. George Benson en estado puro.

A tí­tulo de curiosidad, en la actualidad el guitarrista usa guitarras del fabricante japonés Ibanez, una marca con bastante renombre internacional cuyos instrumentos de la gama alta compiten de tú a tú con las grandes marcas del sector.

Enlace a la sección de guitarras Ibanez GB.