Archive for September, 2007

Jacket

Friday, September 28th, 2007

El disco compacto nos trajo un sonido de verdadera alta fidelidad a cambio de la pérdida de un formato de auténtico lujo. Yo soy de la opinión de que comparar la carpeta de un vinilo con la diminuta carátula incluida en una caja de plástico barato de un CD es querer quedarse con el personal. Creo que la industria discográfica se encontró de repente con todo un chollazo, pues sin duda el nuevo formato abarataba los costes de producción.

Otra cosa es que ganamos muchí­simo en cuanto a calidad sonora y posiblemente con el disco compacto se consiga hacer un menor daño medioambiental, no lo sé, pudiera ser, no tengo ni idea. Lo que sé es que un CD por muy nuevecito que sea no desprende el mismo olor que un vinilo al abrirlo, que la carpeta de un álbum de un treinta y tres revoluciones es a veces una obra de arte, que el sonido de las motas de polvo amplificadas a través del diamante de la aguja tienen una magia que los bits jamás podrán alcanzar, y que en definitiva el mero hecho de pinchar un disco requiere todo un ritual que al igual que ocurrirí­a en una ceremonia de té japonesa nos hace apreciar la obra musical de un modo infinitamente más profundo que al dejar un CD en la bandeja mecánica de un reproductor digital para después pulsar un botón.

Desde que sacamos el vinilo de su funda de plástico cuidadosamente, sin posar las yemas de los dedos directamente sobre el microsurco hasta que colocamos suavemente la aguja sobre él estamos recibiendo un placer que la era digital nos arrebata. Pasar un cepillo de terciopelo sobre un disco devolviéndole a este su brillo original es una declaración de respeto por la obra musical que tenemos entre las manos.

Hace un mes me daba una vuelta por los almacenes Tokyu Hands de Kobe cuando me encontré con una pila de antiguos vinilos perfectamente enfundados con un plástico protector que les daba un aspecto impoluto. “Será todo caspa, oldies japoneses”, me dije, pero lo cierto es que habí­a auténticas joyas, y todos marcados a trescientos yenes. De aquella pila rescaté todo un clásico, un álbum cuyo original ya tení­a en versión digital remasterizada, pero nada que ver con el que acababa de encontrar. Se trataba del “Let it be” de los Fab Four.

Arriba vemos el frontal de la carpeta y abajo su interior.

El vinilo me sorprendió por estar en tan buen estado de conservación. Se ve que su dueño lo trató bien. Además tuvo la delicadeza de dejar dentro una revista sobre el álbum en cuestión, publicada en 1978. Todo por trescientos yenes.

Y acerca de portadas de long plays os quiero hablar de un libro que cayó en mis manos hace poco. Su tí­tulo es “Record Jacket Junkie!!!” (レコジャケジャンキー!). Mirando el diseño de su cubierta podrí­amos pensar que se trata de un libro sobre The Beatles, pero no es el caso:

El libro, por supuesto, cuenta con una sección dedicada a los cuatro de Liverpool pero no es ni mucho menos un monográfico de la banda. Se trata de un repaso, no exento de sentido del humor, al diseño de las carpetas de algunos de los álbumes más representativos del mundo de la música contemporánea. Todo ello a lo largo de sus doscientas veintiséis páginas ilustradas a todo color. Se presenta el original de un álbum en concreto y se acompaña de los comentarios del autor (del libro) y de algunas fotos de réplicas o “parodias” (así­ son llamadas en el libro). Aquí­ vemos algunos ejemplos:

The Velvet Underground and Nico, 1967

Ban Ban Bazar, Shinjuku de matteta, 2000

Michael Jackson, Thriller, 1982

Takenaka Naoto, Resuraa, 1984

The Beatles, A Hard Day’s Night Soundtrack, 1964

The Pebbles, First Album, 1997

High Fidelity, Original Sountrack, 2000

Herb Alpert’s Tijuana Brass, Whipped Cream & Other Delights, 1965

Pat Cooper, Spaghetti Sauce & Other Delights, 1976

Sweet Cream, Sweet Cream & Other Delights, 1978

Soul Asylum, Clam Dip & Other Delights, 1988

Elvis Presley, Elvis Presley, 1956

The Clash, London Calling, 1979

Por supuesto “Let it be” también tiene sus parodias:

Scratch Bongowax, Let me be, 1998

Kaoru Jun, Ogawa Tomoko, Okumura Chiyo, Yuki Saori, 1970

皆さんのお気に入りのジャケットを教えて下さ~い。
コメントと一緒に、そのジャケット写真のリンクを付けてくれても良し!デス。

Para acabar os propongo que habléis sobre las carpetas que más os gustan en los comentarios. Podéis buscar un enlace a una foto y pegarlo junto a vuestro comentario. Será interesante. Yo voy a colocar dos que son de mis preferidas. Son más que famosas, no creo que haya alguien que no las conozca. La primera es “Abbey Road”, una obsesión que me llevó incluso a visitar el famoso paso de cebra y los estudios EMI en Londres:

La segunda es de uno de los primeros vinilos que compré en mi adolescencia, creo que pagué seiscientas pesetas en Sevilla Rock, qué tiempos. Es el “Freewhelin´” de Dylan:

Kyoto sora

Wednesday, September 19th, 2007

Me consta que uno de los escenarios más hermosos que Japón nos puede ofrecer es sin duda el atardecer en Kyoto. No es que la ciudad pierda su encanto durante el resto del dí­a, pero a la caí­da de la tarde la ciudad está especialmente bella.
Pasé por allí­ en agosto por última vez, concretamente el dí­a 17, que dicho sea de paso aclaro que es el dí­a que un servidor cumple añitos. Ese dí­a estuvimos toda la jornada de paseo por la antigua capital, de modo que cuando el sol comenzaba a caer decidimos volvernos a Kobe para descansar un rato antes de salir a celebrar dos cumpleaños, ya que mi amiga Mari íngeles cambiaba de números un dí­a antes que yo.
Estas imágenes son de aquella tarde en la que la luz nos regaló el cielo que veis:

En el barrio de Gion,

en el rí­o Kamo,

en los cristales de la Estación de Kyoto,

y sobre la Kyoto Tower.

El Castillo de Hikone

Tuesday, September 18th, 2007

Hace un mes ahora de nuestra última visita a la prefectura de Shiga. En esta ocasión fuimos para repetir aquel viaje del año pasado a la isla de Chikubushima, para mostrársela a nuestros amigos Mari íngeles y Paco, que creo que quedaron satisfechos con la excursión. Pero para aprovechar mejor el dí­a salimos tempranito de Kobe para reservar unas horas de la tarde y visitar el Castillo de Hikone.
El castillo data del siglo XVII. Su construcción comenzó paralela al perí­odo Edo y la familia damyíµ Ii, señores feudales que gobernaban la zona, fue responsable de ello.
El inicio de las obras se remonta al año 1603 y todo el proceso duró unos veinte años.
Este año la ciudad de Hikone celebra el cuarto centenario del castillo, mostrando al público secciones del recinto que normalmente tienen un acceso restringido.

Esta estatua ecuestre está en la plaza ubicada junto a la estación de ferrocarril de Hikone, se trata de Ii Naosuke, señor feudal:

El letrero en el cartel de la siguiente imagen dice “Encuentro con lo auténtico, Joka-machi, Hikone” (ほんものとの出会い、城下町、彦根). Joka-machi es un término que designa a las ciudades que eran erigidas alrededor de un castillo. La joka-machi de Hikone merece una mención especial pues en la actualidad podemos tener una certera idea de como serí­a esta zona de la ciudad antaño y no sólo eso sino que en una parte en concreto, conocida como “Yume-kyobashi Castle Road” se está llevando a cabo un proceso de reconstrucción de dicho sector, adaptando locales de la era actual Heisei al perí­odo de Edo. Pasear por estas calles es una experiencia increí­ble.

En la entrada principal, la Omote-mon, dejamos atrás la ciudad para comenzar el ascenso al castillo. Cruzamos para ello uno de los puentes que salvan uno de los tres fosos que protegí­an el recinto.

Una vez en el interior encontramos una serie de peldaños de piedra que hacen que el ascenso se complique un poco, especialmente si el dí­a es tan caluroso como el que elegimos nosotros. Estos escalones son diferentes en altura y profundidad y constituí­an un defensa ante los posibles invasores. Hemos de tener en cuenta que un soldado enemigo los hubiese tratado de subir siempre a un ritmo acelerado, no iba a poderse permitir ir al mismo ritmo que nosotros cuando lo visitamos. Es un detalle obvio pero importante.

La estructura del puente de madera que se levanta sobre nuestras cabezas es impresionante:

He oí­do que esta campana aún marca la hora en Hikone, aunque sólo en cinco ocasiones cada dí­a:

Ya arriba divisamos el Tenshu, la estructura principal del castillo, que consta de tres alturas que se elevan a 21 metros. Fue designada Tesoro Nacional en el año 1952, rango que ostenta junto a otro maravilloso castillo, el de Himeji.

Llegados a este punto habí­amos dejado atrás bastantes escalones que habí­amos subido bajo un sol de justicia. Pero nos aguardaba una pequeña sorpresa, algo simple pero efectivo. Se trata de unos tubos que expulsan agua frí­a pulverizada tan fina que parece vapor. Uno se coloca debajo y puede refrescarse a gusto. Un dí­a después fuimos a Hiroshima y volví­ a ver el invento en la estación de JR.

Aquí­ vemos como mi colega Paco aprovecha el artilugio:

Una imagen del Tenshu desde otra perspectiva:

Desde el interior del Tenshu la vista de la ciudad y del lago Biwa es sencillamente impresionante. Eso sí­, para poder disfrutar de ella hemos de subir unas escaleras cuya pendiente parece estar hecha a mala idea. Además hemos de hacerlo descalzados pues está prohibida la entrada con cualquier tipo de zapatos o zapatillas. Pero merece muchí­simo la pena:

En esta foto podemos ver la base sobre la que se alza el Tenshu:

Y ya desde la sombra de los arces y los cerezos (más de mil cerezos rodean el castillo) una última toma antes de proceder a la visita de los jardines Genkyu-en, pero eso lo veremos en este blog otro dí­a 🙂 :

Shinzo Abe

Thursday, September 13th, 2007

Esta foto fue tomada el dí­a 26 de septiembre del año pasado:

Esta otra imagen es de hoy:

Ambas distan un año entre sí­, justo el tiempo que el señor Shinzo Abe, el último primer ministro de Japón, ha ostentado dicho cargo. Las razones son principalmente tres:

– la reciente derrota en las elecciones al Senado
– su fracaso en el intento de prorrogar la misión de las tropas niponas en Afganistán (la llamada misión “de apoyo logí­stico”, un eufemismo conocido)
– la dimisión de cinco de sus ministros y el suicidio de otro

En fin, el panorama polí­tico no es precisamente halagador en Japón, ahora toca buscar a un sustituto que esté a la altura. El Partido Democrático Liberal tuvo mejores momentos.

Recuerdo la situación en España hace unos años, cuando el Partido Popular se dedicaba a desoí­r la opinión pública, claro que la cosa le acabó pasando factura. Aunque siempre me ha preocupado la falta de memoria histórica de mi pueblo. Eso de tropezar en el mismo sitio es algo muy nuestro, como también lo es la obstinación.
Ayer leí­a las noticias y no salí­a de mi asombro. El señor Rajoy declaraba públicamente lo siguiente: “Me dedicaré en exclusiva a ganar las elecciones. Todo lo demás ahora no me interesa. Exijo al PP que se dedique a este único objetivo. Lo demás no nos importa.”, son palabras textuales. Terminaba diciendo que pedí­a sentido común…
A ver, igual yo ando un poco perdido, pero yo creí­a que esto no iba de ganar nada, que esto iba de hacer polí­tica, de hacer las cosas bien, o ya no bien, sino lo mejor posible, de darlo todo por el paí­s al que uno representa, porque se trata de eso, de representar, nadie dijo nada de que pudiera uno hacer lo que le saliera del cimbel, con perdón. En España ya tenemos demasiadas competiciones como para implantar una nueva disciplina nacional. Para ganar ya tengo yo a mi Betis, para ganar y para perder (y por cierto que cumpla muchos más, 100 añotes).
No se puede ser más irresponsable al decir no sólo que se dedicará sólo a ganar las elecciones sino que desde ahora no le interesa otra cosa. Y se queda el hombre tan pancho, más pancho que ancho, tan fresco, y se sacudirá la chaqueta pensando: “anda que no he estado bien ni ná, un pico de oro que tiene el nene…”.
Pues eso es lo que tenemos como polí­ticos, eso es lo que hay, señores.

Una nota aclarativa:

A raí­z de algunos comentarios me gustarí­a aclarar un par de cosillas. Lo primero que quiero dejar claro es que este blog no es ni pretende ser un monográfico sobre japonologí­a. Se trata de un blog personal en el que su autor, un servidor, escribe sobre cualquier aspecto que le parece de interés o simplemente sobre algo que le apetece tratar en un momento determinado, algo que siempre trato de hacer con humildad y lejos de cualquier intención de ir sentando cátedra por la vida. Dada la circunstancia de que me encuentro viviendo en Japón pues gran parte de los contenidos guardan una estrecha relación con este paí­s, sus aspectos culturales, su sociedad y lo que se tercie. Y si resulta que a diario hay un cierto número de internautas que me siguen pues estupendí­simo, agradecido que estoy a todos vosotros, de corazón.
La entrada de ayer, bajo mi punto de vista, fue malinterpretada, o al menos es la impresión que me queda. Quizás porque yo no fui lo suficientemente claro o quizás porque nos empeñamos en ver las cosas de un modo extremadamente simplista. Quiero decir que las cosas no son necesariamente blancas o negras, que uno no tiene porque estar siempre de un lado o de otro, que ser crí­ticos con la actitud de un cierto individuo no quiere decir que quien ejerce tal o cual juicio esté alabando la de otros. Nada más lejos de mi intención. Vamos, que también me escandalizan cositas como esas becas del MEC para “programas de inmersión lingíŒí­stica” en los que se le dan a un chavo 1000 euracos para que se los pula en Malta a base de botellones. Verbigracia.
Hay un artí­culo de Pérez-Reverte en el que queda perfectamente reflejado el sentimiento que muchos ciudadanos creo que tenemos al respecto de este tema de la confusión. Si os interesa os lo recomiendo. No tiene desperdicio. Lleva el tí­tulo de “Treinta siglos, a subasta”, tiene dos partes, aquí­ tenéis la primera y aquí­ la segunda.

Fotografiando a una geiko

Tuesday, September 11th, 2007

Este año el destino quiso que el dí­a de mi cumpleaños pudiera estar en buena compañí­a y en un lugar sencillamente encantador, Kyoto. Cierto es que fuimos a elegir uno de los dí­as más calurosos para ir allí­, con un sol de justicia que me hizo arrepentirme en más de un momento de haberme olvidado las gafas de sol en casa, especialmente cuando se nos ocurrió visitar Heian Jingu.

Ya por la tarde andábamos por los alrededores de Kiyomizudera cuando nos cruzamos con un grupo de fotógrafos que seguí­an a una señora ataviada con un kimono a lo geiko y con un peinado al estilo “ofuku”. En esto último igual me equivoco porque no es que yo tenga precisamente experiencia en eso de distinguir los diferentes peinados. El caso es que de estar en lo cierto lo de “ataviada” cobrarí­a un mayor grado, primero porque la mujer en cuestión no es una auténtica geiko sino una señora que un buen dí­a decide pasar por un estudio del barrio de Gion donde la visten, la maquillan y la peinan para luego darse un garbeo por allí­, y en segundo lugar porque el peinado “ofuku” se supone que está reservado a las maiko que acaban de cumplir dieciocho años o a las que llevan tres años de aprendizaje. En fin, de todos modos la pista más clara para pensar que se trataba de una “falsa” geiko era la serigrafí­a que mostraba la camiseta de uno de los fotógrafos, el que seguramente estaba pagado por la señora en cuestión para la realización de un álbum personal. La camiseta tení­a la publicidad de un estudio fotográfico de Kyoto. En cuanto al resto de fotógrafos no estoy seguro pero me consta que existe un servicio en este tipo de establecimientos que por unos pocos billetes de mil te ponen a una modelo con “disfraz de serie en un marco incomparable” para llenar varias tarjetas de memoria con cientos de “jotapegés”. He visto ya a varias chicas posando de ese modo por el puerto de Kobe y hay muchos anuncios en las revistas especializadas, algunos de ellos para fotografiar incluso desnudos.

Una vez que salimos de aquella zona pasamos por Gion y allí­, en una de sus callejuelas, junto a un canal flanqueado por sauces, volvimos a encontrarnos con la misma mujer y su comitiva. Allí­ pues aprovechamos para tomar nosotros también algunas fotos.
Los japoneses que se acercaban a curiosear tampoco tení­an muy clara la autenticidad de la geiko, pero dudaban. Lo pude comprobar cuando pregunté directamente a algunos de ellos para recibir un “chotto bimyou…” por respuesta.

El hecho de que sea o no auténtica lo veo como algo anecdótico. De hecho imagino que ha de ser uno muy entendido para distinguir las sutiles diferencias en algunos casos. No creo que alguien ajeno a ese mundo pueda llegar a disfrutar plenamente de una reunión con auténticas maiko o geiko, por ello me resulta de lo más esnob ver a esos “guiris” que llegan al lugar en un coche con cristales ahumados y salen de él, con sus gafas de sol puestas (ya sabemos todos la claridad cegadora del interior de un coche con los cristales opacos) sin pausa cuando el chófer les abre la puerta, como si con esas prisas quisieran mostrar a los presentes que “están en el taco”. Me consta que se dejan una buena pasta en esos garitos para después poderlo contar a sus colegas en el club de golf, en fin, con su pan se lo coman. Es algo que no me invento, estos ojitos lo han visto.

Y digo que es algo anecdótico porque el hecho de que haya un número determinado de geiko o maiko paseando por Kyoto es un atractivo que la ciudad sabiamente cultiva.

A propósito del tema, si alguien tiene interés recomiendo la lectura de un libro titulado “Vida de una Geisha” y firmado por Mineko Iwasaki, una ex-geiko del barrio de Gion Kobu que tras acceder a ser entrevistada por Arthur Golden (escritor de “Memorias de una Geisha”) quedó muy decepcionada al ver que en el libro del de Tennessee quedaban algunos tópicos, del todo inciertos según su apreciación, acerca de los cuales ella habí­a matizado con bastante detalle en el transcurso de sus encuentros con él. No he leí­do “Memorias de una Geisha”, la verdad es que tampoco es que arda en deseos de hacerlo (se me ocurren cientos de tí­tulos a los que darí­a preferencia), y el libro que os recomiendo tampoco me va a llevar a aficionarme al tema, pero creo que refleja de un modo más que certero, por las innumerables referencias que contiene y por estar escrito por alguien que conoce a la perfección el tema, el mundo de las geisha. Además está disponible por cinco euritos, que hoy en dí­a tal y como está el patio podrí­amos decir que es regalar un libro en España.

Hi-life

Sunday, September 9th, 2007

ねえ、神様、あなたがもし本当にいるのなら。。。
Oye, Dios, si de verdad existes…

Os he hablado sobre Dekoboko Park en Sannomiya más de una vez ya, aquel lugar junto a la estación donde se dan cita los grupitos de música de la zona.
No deja de llamarme la atención el curioso sistema que tienen las bandas de rock aquí­ para promocionar sus bolos en las salas de conciertos de la ciudad, y es que lo hacen dando un mini concierto (lo de mini es relativo a veces) en plena calle y gratis. Allí­ les podemos ver, disfrutar de su música y al final ellos mismos se encargan de repartir octavillas con información sobre sus actuaciones, que esas ya sí­ son de pago.
Imagino que el “colegueo” acaba llenando los garitos, porque siempre que he ido a uno de esos conciertos la mayorí­a de la gente se conocí­a entre sí­. Además, cuando yo tocaba por las live houses de Sannomiya también me daban algunas entradas para que las tratara de “colocar” entre mis amistades. En la mayorí­a de las ocasiones los mismos músicos acaban pagando algunas de estas entradas, de modo que aquí­ se paga al local por su uso. Digamos que a los chavales les hace ilusión tocar en público y piensan que para llegar a algo es necesario pasar por ciertos locales. Bueno, visto que todos quedan contentos no voy a ser yo quien critique el sistema. Además es muy sano esto de la música.

Hace algunos dí­as ya les enseñaba a mis colegas Mari íngeles y Paco la citada plaza. Aquel dí­a actuaba una banda local llamada Hi-life, que me causó muy buena impresión.
Siempre que veo un grupito que me cae simpático trato de echarles una mano comprándoles algún CD, total, son 500 yenes.
En la imagen de arriba los podéis ver. Y abajo os muestro un par de fotos, una de ellos tocando en Payama Hiroba y otra en la que les estamos comprando un par de CDs.
También os dejo un video en el cual mi colega Paco hace su aparición estelar en los últimos segundos. Dedicado a él va 😀 .

Por cierto, el “guiri” de los pantalones cortos sí­ que no lo conocemos de nada. Se trata del tí­pico gaijin que no sabe guardar las distancias. Los hay a pares… 😉

Digicame

Tuesday, September 4th, 2007

En el cómputo me salen más de mil. Es el resultado de una semana de vacaciones con un par de colegas de toda la vida y… una cámara digital en la mano: 1000 fotos.
Dice Nobuyoshi Araki, que de esto sabe un rato largo, que es importante no desechar fotos, muy mala ha de ser una foto para ser no válida (por eso el mamonazo, dicho con cariño, no deja de publicar libros, y que así­ sea por muchí­simos años). Y estoy muy de acuerdo. Ojo, no digo que mis fotos sean buenas, esto de la imagen está sujeto a unas pautas algo subjetivas a veces, pero creo que como en todo cuando uno practica se consiguen mejores resultados.
Pero hoy no voy a subir ninguna de esas mil y pico de fotos. De esas ya haré una mini selección para mostraros. Hoy pondré sólo tres fotos que hice en los últimos dí­as, puesto que después de darle tal paliza a la cámara he acabado por anclarme en un ritmo de una o dos fotos por dí­a.
Igual la semana pasada con tanta esquela en los periódicos me afectó al humor. Pero a veces eso de estar de mala hostia acaba dando sus frutos. A mi me gustan estas fotos, que no son nada, lo sé, pero me gustan. Y sobre gustos dicen que colores.

Cuando pienso en esto de la fotografí­a siempre llego a una conclusión, y es que esto de la aparición de la fotografí­a digital junto al poder divulgativo de internet ha cambiado por completo el mundo de la imagen. Lo ha liberalizado, creo. No digo que sea más fácil llegar a ser un Cartier-Bresson, pero jugar a serlo nunca ha sido tan fácil.