Archive for the ‘Kobe’ Category

The God of Things as They Ought to Be

Wednesday, March 25th, 2009

billiken

En Motomachi existe desde no hace mucho un restaurante de comida china que anteriormente, según tengo entendido, tuvo su ubicación en Chicago. Se llama Wesley´s y su origen data de 1949. En el escaparate del local se exponen diversas antigíŒedades a las que su propietario pretende darles salida. Allí­ me encontré con el personaje que veis en la foto de arriba. El cartelito que le acompaña viene a decir lo siguiente:

Billiken nació en Chicago en el año 1885. Según dicen si tocas los pies de Billiken y pides un deseo tus sueños se harán realidad. ¡De modo que pruébalo!. Que Dios te bendiga.
Nota: ¡Billiken no es de Osaka sino de Chicago!

Curiosa la información suministrada aquí­, que viene a contrastar con la versión que ofrece el folleto que se distribuye en la Tsutenkaku Tower de Osaka.

billikobe1

Se cree que la figura de Billiken fue creada en 1908 (año de la patente) por el artista americano Florence Pretz, natural de la ciudad de St. Louis, en Missouri, quien se basó para ello en la imagen de un supuesto dios al que vio en un sueño.
La figura fue nombrada con el objeto de atraer buenos auspicios tras la elección del entonces nuevo presidente de los Estados Unidos, William Howard Taft (esta estrategia tuvo su precedente en el exitoso Teddy Bear, fabricado por Horsman Dolls, Inc. usando el nombre del anterior presidente: Theodore Roosevelt). Billiken fue uno de los primeros muñecos de la historia en ostentar un copyright.

billikobe2

En la actualidad Billiken es la mascota oficial de la Saint Louis University (universidad jesuita de la ciudad que le da nombre).

La ciudad de Kobe alberga dos imágenes de Billiken del perí­odo inmediatamente anterior a la Segunda Guerra Mundial. Están en los santuarios de Chinju Inari y Matsuo Inari. Ambas fueron mudadas de sus expositores con la llegada de la guerra, cuando las deidades extranjeras perdieron su aceptación.

shinsekai

Sin embargo la representación más famosa de Billiken se encontraba en Luna Park, un parque de atracciones dentro del distrito de Shinsekai, en Osaka. En 1912 la imagen fue puesta dentro de un santuario como un sí­mbolo de lo americano y desde entonces fue venerada como “The God of Things as They Ought to Be”. Después del cierre del parque, en 1923, la estatua de madera se perdió.

things_as_they

Una réplica fue colocada en la Tsutenkaku Tower del mismo distrito en 1980. Allí­, en la quinta planta del observador es visitada cada año por miles de personas que, tras hacer una simbólica donación en metálico, tocan sus pies para que sus deseos se hagan realidad. La talla es venerada como un dios de la fortuna y de la prosperidad de los negocios.

tsuboraya

En 2005 la figura salió por primera vez de la torre para hacer una breve estancia en los almacenes Tokyu de Shibuya, en Tokio, haciendo de embajadora especial de Naniwa (la Osaka tradicional). Como parte del intercambio cultural una réplica de la estatua del famoso perro Hachiko de Shibuya fue enviada a Osaka.

Posteriormente, en octubre de 2008, la misma figura viajó por un tiempo a la ciudad que vio nacer a Billiken: St. Louis.

javiken

Billiken es el del fondo, ¡el de la derecha soy yo!

Koukashita kenchiku

Tuesday, March 17th, 2009

いつも乗っているあの電車の下には、こんなにすてきな世界が広がっていた!
鉄道好きな人たちも、上ばかり見ている場合ではありません。

¡Bajo ese tren en el que siempre te montas se extiende un mundo tan maravilloso!
Incluso para los amantes del ferrocarril no es momento de mirar solo arriba.

portada

Sin duda una de las cosas que más me impresionaron a mi llegada a Japón fue el ferrocarril elevado. Pero no por el hecho en sí­ de levantarse sobre el suelo sino por el mundo que subyace bajo las ví­as, lo que aquí­ se conoce como “koukashita” (高架下).
En más de una ocasión ya he hablado de los bajos del ferrocarril de Kobe, un lugar de lo más peculiar.

Haz click sobre esta foto para descargar una versión tamaño wallpaper.

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La semana pasada me traje un nuevo “shashinshū” de Junkudo, uno dedicado a la arquitectura de estos lugares. Se trata de un trabajo firmado por Ooyama Ken (大山顕), un joven fotógrafo con larga experiencia en la toma de imágenes de lugares tales como fábricas, conjuntos residenciales y construcciones. En esta obra el autor ha recogido instantáneas de los koukashita de Tokyo, Osaka y Kobe.

motoko7

Hoy os quiero recomendar este “Koukashita Kenchiku” (高架下建築) a todos los amantes del Japón más underground.

viviendas

Estarí­a mal escanear las páginas de este librito por dos razones: una porque al autor no creo que le hiciera mucha gracia y otra porque tampoco me la harí­a a mi estropear tan bello volumen. Pero os propongo dos soluciones: la primera es que echéis un vistazo a la página web de Ooyama Ken siguiendo este link. La otra es mostraros el koukashita de Kobe a través de mis ojos en las fotos de esta entrada.

tougarashi

shinkaichi

tanuki

Contrastes

Tuesday, March 10th, 2009

Aquello de que Japón es un paí­s de contrastes no deja de sonar como algo sumamente recurrente, pero es que este paí­s no deja de mostrarnos estampas como esta que ayer fotografié en Ikuta Jinja:

ikutalow

El coche creo que es un Lamborghini Countach. ¿Alguien nos lo puede confirmar?

Si queréis ver la imagen ampliada haced clic sobre ella.

Zousenjo (los astilleros)

Tuesday, February 24th, 2009

No muy lejos de la estación de Kobe, en el puerto de la ciudad, se encuentran los astilleros de Kawasaki Heavy Industries (Kawasaki Shipbuilding Corporation).
Paseaba por la zona hace una semana y me llamó la atención ver un aviso que prohí­be tomar fotos en el lugar. Desconozco si la ordenanza en cuestión es algo nuevo o existí­a desde antes. Y me resultó curiosa porque el año pasado dediqué una mañana completa del mes de mayo a deambular por allí­, precisamente con el propósito de hacerle el rodaje a la cámara que por aquel tiempo habí­a adquirido.

Bueno, puesto que en lo sucesivo parece que será difí­cil repetir la experiencia (bastante placentera, por cierto) he decidido mostraros aquí­ algunas de las fotografí­as de entonces. Espero que sean de vuestro agrado. Me pregunto si a los pintores que pululaban por dicho emplazamiento también les está ahora vetado ejercer en tan pintorezco marco. Serí­a una verdadera pena.

shirokuro

El señor que asoma la cabeza desde el interior de esta pequeña embarcación estaba calentándose unos cup noodles. Quiero pensar que el barquito no es su única casa:

ojiisan

El neón nos indica que se trata de un establecimiento que vende artí­culos de segunda mano, aunque el verdadero negocio parace estar en la tachinomiya adyacente:

peggysuu

Una de las esquinas con más solera del lugar, a pesar del desgaste y la herrumbre no deja de tener su peculiar encanto:

corner

Y hablando de óxido… está claro que este sitio está por completo impregnado de la humedad del puerto:

sabi

El edificio Ishikawa data de 1905. Los ladrillos que revisten su fachada fueron importados directamente desde Inglaterra. Antaño perteneció a Mitsubishi.

ishikawa

Seguridad Marí­tima maniobrando en el puerto:

seguridadmaritima

Alguien me preguntó hace poco por qué la mayorí­a de los barcos japoneses contienen la palabra “maru” en su nombre. “Maru” significa “cí­rculo”. ¿Alguien nos ilustra acerca de este tema? El barco de la foto se llama “Tsuru Maru”:

youki

La pared metálica de la derecha es un astillero. Es la imagen que me dejó más satisfecho aquella mañana:

yuge

Precisamente este es el astillero en cuestión:

zousen

Cerca de allí­ hay una zona de poca profundidad repleta de lo que creo que son carpas:

kage

Una de las calles interiores del mercado de Chuo Ichiba Mae:

yokochou

Los edificios, los colores de la zona, los letreros de los establecimientos, parece todo de un tiempo que estarí­a alguna que otra década atrás. Resulta increí­ble pensar que el centro de Kobe esté tan cerca de allí­:

honda

Frog Nishijima

Tuesday, February 3rd, 2009

Me encontré con él durante el último matsuri del shotengai de Motomachi, allá por el pasado mes de julio. El cartel que habí­a colocado como reclamo en su puestecito decí­a: “En sólo 4 o 5 minutos, más divertido que la fotografí­a, caricaturas a 500 yenes. Frog Nishijima (フロッグ西嶋), discí­pulo de Kigawa Kaeru”.

Al parecer su maestro fue un reputado dibujante de manga, cercano al maestro Osamu Tezuka, que llegó a hacerse famoso tras la guerra como “caricaturista de jazz”, realizando cómics para los cuales se basaba en la música que se oí­a en uno de los campos de las Fuerzas de Ocupación. Su popularidad creció cuando se unió a la compañí­a Yoshimoto Kogyo, famosa en todo Japón por ser la principal cantera de humoristas del paí­s. En sus actuaciones allí­ improvisaba caricaturas e historietas gráficas mientras ofrecí­a un discurso colmado de humor.

En fin, me transmitió muchí­sima simpatí­a ver a este señor seguir los pasos de su preceptor, rodeado además de ilusionados crí­os y en un dí­a tan especial para la gente de este barrio. Desafortunadamente para mi, pues me quedé sin caricatura, habí­a demasiadas personas esperando para ser retratadas. Tendré que esperar a la próxima.
Al menos yo sí­ pude tomarle un retrato a él:

Ratitas divinas

Tuesday, January 27th, 2009

Ratitas divinas,
divinas ratitas,
gordas, redonditas,
parece que no falta de comer.

Kiko Veneno

No era la primera vez que veí­a roedores en Motomachi Eki. Años atrás en una noche de verano recuerdo que algunas ratas campaban a sus anchas dentro del jardí­n que hay justo frente a la estación entre los jóvenes que, habiéndose citado allí­, esperaban sentados. Tanto como el descubrir la existencia de las ratas me sorprendió el hecho de que nadie se mostrase notablemente alertado ante la presencia de estas.
El pasado sábado tomé un par de fotos en el mismo lugar. En la imagen de arriba lo inusual serí­a el dúo andino que trataba de dar algo de templanza a la gélida tarde, pero el protagonismo recae en el pequeño animalillo que aparece abajo y que podemos ver ampliado en la otra instantánea.

San Franiso Savier

Friday, December 5th, 2008

El martes pasado por la noche le dije a Yito: “oye, mañana es San Francisco Javier, quiero algo, no lo olvides”. Por supuesto estaba en un ostensible plan de coña, esto de la onomástica nunca ha ido conmigo. Pero ella vio la ocasión perfecta para traer una tartita a la que le habí­a echado el ojo hací­a poco en una de las pastelerí­as del barrio. Cuando el miércoles llegué por la tarde me mostró la tarta que veis en la imagen:

Cuando fui a hincarle el diente al pastel me percaté del texto que el repostero habí­a escrito con chocolate: “San Franiso Savier”…

Por cierto, estaba buení­sima. La pastelerí­a se llama Pí£o de ló y tienen el mejor shuukurimu de la ciudad.

Love & Eros

Sunday, October 26th, 2008

Comentaba en una anterior entrada acerca del barrio de Shinkaichi , en Kobe, que se trata del lugar donde antaño se encontraba el centro de diversión de la ciudad. Precisamente por ello y porque Shinkaichi alberga el Kobe Art Village Center allí­ mismo tiene lugar cada año el Festival de cine “Love & Eros”, que desde el pasado viernes hasta hoy celebraba su sexta edición.

Cartel de la 5ª edición, año 2007.

Y es que Shinkaichi fue entre otras cosas el distrito del placer dentro de Kobe. Ahora esa función le ha sido relegada, moviéndose al vecino barrio de Fukuhara.

Pero la realidad es que este festival está dedicado al público femenino. Se proyectan filmes que van desde el erotismo al porno en su versión más “light”, hay seminarios sobre la profesión de modelo, muestras de moda, exposición de lencerí­a, maquillaje, servicio de manicura y “nails art”, salón de belleza, etc.

Cartel de la 4ª edición, año 2006.

Al festival asisten invitadas de honor que son o fueron actrices del género que motiva el evento.
En fin, no parece que los hombres tengamos mucha cabida en este “eigasai” pero para las feminas no deja de ser una interesante cita. De hecho el gusto con el que son realizados los carteles del festival lo hacen suficientemente cautivador.

Una razón más para que las chicas visitéis Kobe 🙂 .

If you wanna hang out, caffeine

Wednesday, October 22nd, 2008

Durante una época me dio por el té. Sin llegar a versarme en el tema me fui familiarizando con algunos nombres y con sus respectivos aromas y sabores. Nombres como pu-erh, oolong, lapsang, matcha, ryokucha, soukenbicha, houjicha o rooibos, entre otros. Eso fue después de indagar las múltiples variedades de té procedentes de La India que iba encontrando en el mercado: diversidades del Ceylon Tea (de Sri Lanka), del Darjeeling, del Sabah (este es de Malasia) o del Earl Grey, por ejemplo. Por el último de los citados sigo sintiendo predilección cuando va acompañado de flores de bergamota.
Sin duda mi atracción por el mundo anglosajón y mi posterior venida a Japón tienen mucho que ver con todo esto.

Recuerdo que a poco de llegar aquí­ compré una de esas máquinas dispensadoras de agua caliente que son tan habituales en las cocinas por estos lares. Todo un lujo tener una en casa para alguien aficionado a las infusiones. La llenaba de agua, se calentaba en un breve lapso de tiempo y el termostato se encargaba de mantener la temperatura a 90 grados constantemente mientras estaba en uso. El resto del tiempo el mismo dispositivo ahorraba energí­a bajando el calor hasta los 50 grados aproximadamente. Prepararse una taza de té nunca me habí­a resultado tan fácil.

Me cuesta recordar ahora el momento justo en que decidí­ sustituir el té por el café. Estando aquí­ trabajando y conociendo al mismo tiempo el nuevo terreno al que me enfrentaba el cuerpo me pedí­a… digamos que un principio activo diferente al del té, al que estaba más que acostumbrado. Probé entonces el café de las “convenience stores” y de las máquinas expendedoras: Georgia, Boss, Mt. Rainier, UCC… Habí­a decenas de tipos entre los que elegir, pero por lo general me parecí­an demasiado dulces o suaves, y desconfiaba de la calidad de la leche que contení­an (normalmente se trata de brebajes demasiado acuosos).

Máquina expendedora de café.

La marca Mt. Rainier no me pareció estar del todo mal y de hecho es la que compro cuando no me queda otro remedio que recurrir al “konbini”. Lo venden expresso, expresso doble, sin azúcar, con chocolate negro, con chocolate blanco, con miel, con vainilla, etc., y por el módico precio de 144 yenes tenemos nuestra pequeña dosis de 30 miligramos de cafeí­na.

Lo siguiente fue descubrir las cafeterí­as de Japón. Hasta entonces siempre que habí­a pisado un café lo habí­a hecho acompañado de alguien, buscando un rincón para conversar, no diré plácidamente pues los cafés de Sevilla no se caracterizan precisamente por el silencio. Pero ahora me encontraba entrando en ellos solo y cada vez con más frecuencia. Curioso, porque algo que me habí­a chocado enormemente al llegar aquí­ era entrar en un “kissaten” y ver a tanta gente solitaria sentada frente a su taza con la mirada clavada en la pantalla del teléfono móvil. No se escuchaban allí­ otras voces que las que provení­an del televisor.

El edificio de Nishimura Coffee, en Kobe.

Frecuentaba los Starbucks, acerca de los cuales el escritor Antonio Muñoz Molina habla en uno de los capí­tulos de su libro “Ventanas de Manhattan”. Dice así­:

“Gracias a los Starbucks, que están en todas partes, se puede hacer en Manhattan una vida de café tan haragana como en una capital de provincia española de hace cincuenta o sesenta años. En el café se está solo y se disfruta a la vez de la compañí­a rumorosa de la gente. […] es un buen sitio para ver pasar la vida, para observar de cerca y a la vez no comprometerse, no sentirse atrapado o encerrado. En las pequeñas mesas redondas de los Starbucks siempre hay gente solitaria que lee el periódico, estudia apuntes, se embebe en un libro, aparta los ojos de la lectura para mirar a la calle, trabaja en los ordenadores portátiles. Los domingos suele haber más gente que conversa, y ese fondo de voces hace compañí­a y corrige en parte el ensimismamiento del extranjero. […] En el café se es a la vez sedentario y transeúnte, y si uno tiene la suerte de ocupar una mesa junto al ventanal, la situación es admirable, perfecta: uno es la estampa involuntaria del desconocido que mira la calle tras los cristales del café, y esa figura, ese anonimato, le concede una visión alejada y un poco novelesca de sí­ mismo. […]”.

Sencillamente genial y totalmente aplicable al caso de Japón.

¿Cacao en polvo o canela?

En los cafés siempre que puedo pido cappuccino, pues con el caffe latte y el café au lait (diferentes en Japón al igual que en Estados Unidos) me pasa algo parecido a lo antes referido acerca de los del konbini, y pedir un expresso puede llevar a situaciones de sorpresa en las que nos sirvan una minúscula tacita de café negro acompañada de una no menos ridí­cula jarrita con leche por 500 yenes. Existen, por supuesto, muchos otros tipos, pero sin duda están destinados a paladares más golosos. El cappuccino, sin embargo, tiene la cantidad justa tanto de leche como de cafeí­na, y suele servirse acompañado de un palito de canela y azúcar moreno.

A veces me asalta la duda sobre cuál es mi verdadera adicción: la del café o la del mero disfrute de esos minutos de soledad.

Kobe Jazz Street

Wednesday, October 8th, 2008

El festival Kobe Jazz Street es uno de los eventos más prestigiosos dedicados a dicho género musical en todo el paí­s y aun fuera de sus fronteras. Sus inicios se remontan al año 1982, cuando algunos jazzeros de la ciudad, sugestionados por un cierto parecido –según ellos– entre algunas de las calles del distrito de Kitano (en el norte de la ciudad) y la famosa 52nd Street de Nueva York, decidieron crear un evento que reuniera a la flor y nata del jazz (aunque también tienen cabida los músicos amateur) para deleitar a los aficionados locales con actuaciones que tienen lugar simultáneamente en quince salas ubicadas en el citado distrito. Mediante la adquisición de una camiseta o un polo con el logotipo del festival podremos acceder a las diferentes sesiones.

Este año el evento tuvo lugar durante el pasado fin de semana. Por la mañana anduve ocupado pero en cuanto pude me dirigí­ hacia Kitano, pues no querí­a perderme la ocasión de pasear por sus calles y catar el ambiente que allí­ se respiraba.

Sone es uno de las principales salas de jazz del barrio.

Decidí­ subir hasta Kitano Circus, una pequeñita plaza en lo alto del barrio que ofrece unas extraordinarias vistas de la ciudad. Se trata, obviamente, de una de las zonas más visitadas de Kobe donde nunca faltan turistas. Dada la cercaní­a fí­sica del festival muchos de los jazzeros foráneos paseaban por allí­ en la tarde del sábado.
El lugar reúne algunas edificaciones de estilo europeo que conforman el “Ijinkan” (que literalmente significa “casa extranjera”) y que ocupan esta ubicación desde hace más de 100 años en algunos casos. Estas casas fueron habitadas por los inmigrantes extranjeros llegados a la ciudad portuaria con el sueño de hacer fortuna. El interés histórico del emplazamiento es por tanto indudable.
Mientras subí­a una empinada cuesta que da acceso a Kitano Circus me percaté de la presencia de algunas cámaras de televisión. Estaban filmando a un chico que empujaba un carrito de madera sobre el que habí­a una enorme tarta de bodas. Eché un vistazo pero rápidamente el porteador y su pastel desaparecieron del alcance de mi vista.

Detalle de la entrada de una vivienda colindante a la Weathercock House.

Seguí­ mi camino y llegué a la placita enclavada tras una escalinata flanqueada por pequeñas fuentes en cascada. La proximidad de la montaña, a apenas unos metros de allí­, deja que la pureza del aire sea fácilmente perceptible en contraste con la parte baja de la ciudad. También parece como si la contaminación acústica de la urbe fuese repelida por el verdor del monte.

La Weathercock House.

En un marco tan incomparable me hallaba cuando de repente se dejó notar un pequeño revuelo: el equipo de televisión habí­a llegado al lugar precedido del chico de la tarta. Avancé unos pasos para ver de qué se trataba y levanté mi cámara para sacar una foto del momento. Fue hacerlo y aparecer un “mozalbete” con el ánimo aparentemente turbado, haciendo una equis con los brazos mientras se dirigí­a hací­a donde yo estaba, vociferando: “shashin dame desu!”. Tomé la foto que veis abajo y me di la vuelta dando por perdido el más mí­nimo interés, pero cavilando acerca de la prepotencia de estos muchachotes de la tele, pues no es la primera vez que presencio este tipo de escenas. Ya el año pasado, mientras regresaba un viernes por la noche a casa desde el trabajo, me crucé con el mismí­simo Katori Shingo vestido de Son Goku… Al parecer estaban grabando un programa para promocionar una nueva pelí­cula a la par que hací­a lo propio el restaurante chino donde el cantante de SMAP, acompañado de todo el elenco de miembros del equipo, entró. A pesar de que no habí­a precisamente una muchedumbre congregada algunas chicas sacaron sus móviles para tratar de llevarse alguna prueba digital de lo que allí­ acontecí­a, con el fin de ser objetos de la envidia de sus amigas al dí­a siguiente. Pero al igual que el pasado sábado en Kitano no tardó en aparecer un “chaveas” en la misma disposición que el retratado, quien no satisfecho con el veto oral se dedicó a tapar con una carpeta los objetivos de las cámaras de los móviles que iba encontrando a su paso.

Siempre he pensado que a la hora de sacar una foto donde aparecen personas hay que andarse con pies de plomo, pero no creo que sea equiparable la cosa si uno se encuentra al mismí­simo rey mono caminando por su barrio o si se está en un lugar de interés turí­stico especial. Exceso de celo creo que lo llaman.

Por la expresión de su cara se podrí­a decir que me está perdonando la vida.😀

Cuando mostré la foto tomada a Yito me aclaró que se trataba de dos de los integrantes de la banda Tokio, uno de tantos del grupo Johnny´s (empresa de la que salen muchachitos de estos como churros y todos se hacen famosos casi por decreto ley). “Hay que joderse”, me dije, con los dueños de la calle hemos topado. No hay mejor momento y lugar para grabar el programita de marras que en Kitano el dí­a del Kobe Jazz Street, donde por cierto hay músicos de verdad a punta de pala, y sin semejantes exclusivos derechos de imagen.

Este no se quejó cuando lo retraté.